martes, 30 de octubre de 2012

Ciegos con ojos, ciegos que ven pero que no entienden. Hay un afán brutal en olerse los propios pedos, en hacer ver que tus pedos huelen mejor que los de los demás, sin plantearse que la esencia del pedo no es más que la mierda que comes. La competitividad es la base de nuestra economía. Has de intentar por todos los medios competir y conseguir convencer de que tus pedos, que son los mismos que los de el resto, son los elegidos, son los mejores pedos, pedos de colores. Para ello, al ser algo que no se puede ver, hemos de representarlo con algo como una voz susurrada en un spot, intentar atraparlos e introducirlos en botes de pedos y sobre todo crear una marca para todos esos que se creen que el glamour lo es todo en este mundo. Precisamente esos son los expertos en oler sus propios pedos. Aquí ilustraré con varias imágenes acerca de esto, puesto que no se basa en una simple hipótesis, sino que está demostrado científicamente. Cara de me huelo mi hedor y me encanto.

 Hemos involucionado tanto, que olvidamos que descendemos del mono. Nuestro afán por socializarnos ha provocado un alejamiento brutal con nuestra naturaleza animal. Pero no puedes escapar de tu naturaleza, porque todos los días, al igual que el resto de huele pedos, hay 3 momentos mínimo, que la naturaleza te llama y recuerdas que eres igual de vulnerable que el resto. 

Pero llevando esto a mi campo de la maldita publicidad, he de decir, que no hay lugar donde exista una mayor competencia. Ciertamente es uno de los sectores que más aborrezco del mercado, tal vez porque lo he llegado a conocer y analizar, hasta aborrecer. Si en la vida lo único que nos depara es crear ilusiones para ilusos, muy bien, los crearé, al igual que en sus días lo han hecho las religiones. Pero creedme, antes camarero que publicista. Pero antes músico que camarero...