domingo, 3 de febrero de 2013

Causas sin culpas

Para empezar por algún sitio, tengo 26 años ya y me gustan los lacasitos. Y en cuanto a mi madre, persona a la que quiero y adoro, tengo ciertas reticencias que nunca llegaré a comprender y no será por mi falta de empatía. La verdad que sé que está ahí para lo que sea, lo sé, pero he de decir que casi nunca me ha mostrado su apoyo en los momentos malos, se limita a rebatirme que he vivido muy bien, de qué te quejas. Bien, esto una vez escuchado está bien pero 200 veces y siempre por sistema, empieza a joderme. Sí, he tenido facilidades, tengo un hogar y un plato fijo. Pero no soy persona de vivir a plato puesto no. Desde bien jovencito, he estado trabajando en lo que fuera, ya sea ayudando a mi padre, hostelería, vendimias, técnico de televisión, administrativo y un largo etcétera de trabajos no remunerados pero que han sido los que han conseguido mi auténtica autorrealización, de las que hoy día, y gracias a seguir mi instinto, puede que viva de ellas, a corto plazo o a largo. El caso es que sí noto su apoyo, pero una vez que he conseguido lo que buscaba, una vez que he superado todos los obstáculos, lo que no se da cuenta, es que uno de esos obstáculos siempre ha sido su forma de actuar. A veces necesitamos un pequeño empujón, una palmadita en la espalda un puto y simple desahogo, pero no, encuentro siempre contestaciones del tipo, No te puedes quejar. Estoy hasta la poya de tener que actuar, me podrían dar el Óscar y llegó un momento en el que me dio hasta miedo desahogarme, por el hecho de que lo veía como una debilidad. Lo que me he dado cuenta, es que un desahogo viene junto con una reflexión y ello conlleva ese cambio de actitud para seguir adelante. A día de hoy, con quien puedo hacer esto es con mi grupo de amigos y con mi padre. Me da pena, porque me encantaría que la relación con mi madre fuera más liviana, más llana; y que cada vez que le comente algo, que no tenga esa sensación de reprimir lo que pienso, porque una vez lo diga, me hunde más. Algún día, espero se dé cuenta. Algún día, yo mismo me daré cuenta de otras tantas cosas, quién sabe?