jueves, 22 de noviembre de 2012

Estar bien sin tener que estarlo

Desde que tengo uso de razón me han tildado de estar en las batuecas. "Este muchacho no atiende, está tonto, tiene déficit de atención, se mofa de todo". Tal vez nunca me gustó que me obligaran a ir por un camino u otro, y las hostias que me llevé en su día para enderezar el adiestramiento no fueron pocas... Aún recuerdo a alguna profesora oronda que me imponía sus normas con el anillo de Sauron.

"Querida Mari Carmen:

Aún recuerdo la luz de la clase descubrirse entre los cristales de la puerta al fondo de un oscuro pasillo negro. Nunca me atrajeron las historias de ese tal dios que a usted le dio la varita mágica para imponer sus métodos violentos. Pues bien, en su lecho de muerte, me acercaré para decirle, que no lo consiguió..."

Pero como cualquier esclavo, tuve que aprender a ir por ese camino, el único camino, intentando esquivar todas esas mierdas que hacían sentirme mal, reprimirme. Es muy jodido intentar des-contaminarte sin saber que te estás contaminando, pero creo que si aprendes a escucharte, tu cuerpo te da señales, tu verdadero yo está ahí saliendo cuando menos te lo esperas, te deja mensajes. Recuerdo cómo me quedaba con la mirada perdida en el colegio, mi inconsciente estaba funcionando, mi ser estaba intentando relucir, pero la mano dura me volvía a secuestrar a mí mismo. Y no nos equivoquemos, esto no tiene que ser una lucha por ver quién lo hace mejor, al contrario; hay que dejar aflorar, no lo que haces mejor, sino lo que quieres hacer, lo que sale sinceramente de tu alma. La pena es que en esta vida, sólo puedes escuchar cosas de éstas en spots de coca cola, y te convences antes de las bonitas máscaras externas antes que de tu propio ser.