jueves, 24 de enero de 2013

MAMÁ FUMÓ DURANTE EL PARTO (Ida de olla en momento crudo)



Buenos días mamá. Y recién salido del útero le dije por segunda vez… Mama, Bon día. Hostias tu hijo ya habla, tu hijo ya conoce las buenas formas, un gentleman muy arrugado, que también parla algo de catalá. Con una dicción increíble, una fonética exquisita. Recalcando la “X” de exquisita, como algo prohibido de lo bien dicho que estaba. Mi progenitora pensaba, ¿De dónde coño ha sacado ese puto buen hacer? ¿Qué mundo raro hay dentro de mí? Mientras, yo la miraba y ya hacía gestos de taparme la boca para bostezar, muy de adulto. Un gesto a lo Jordi Puyol.

Así empezó todo. Aprendí a hablar en el útero materno. Y no lo voy a dejar sin explicar. De alguna manera, unas putas ondas me llegaban muy legibles. Entre tanto ruido ambiental de fluidos y movidas raras que no podía ver, yo decodificaba las conversaciones de una telenovela que emitían en la 2 llamada “Cristal”. Os preguntaréis ¿Todo esto será verdad? Pues puede que no, porque mi madre niega haber visto ese bodrio audiovisual. Realmente esto no lo recuerdo, no recuerdo nada de ese día, todo lo que recuerdo me lo han contado, y mi mente ha creado imágenes muy nítidas, en formato AVI sin comprimir, en 1080p. Incluso, puede que fuera el parto de otro, pero mi madre siempre me lo ha descrito tan bien, con tan buenos datos, en TIMES NEW ROMAN 12, que lo defiendo a ultranza. Luego mi mente creó  algún aporte propio. Un aporte que me hubiera gustado que ocurriera y que hoy, ya es demasiado real. Que la matrona incomprendida, que estudió bellas artes, tuviera un puto halo de inspiración y venganza a la vez, y con mi cordón umbilical creara la palabra suéter. Que se lo currara incluso para colocarle la tilde en la “e”. Pfff, Madre mía! La gente dice que los partos son algo precioso, pero por algo la cabeza crea un Firewall de Windows para no recordar una mierda.


Vale, lo que sí recuerdo es que fui el último en aprender la tabla de multiplicar. La escribieron en el encerado, con tizas de colores. Desde la tabla del “1” a la del “9”. Me estanqué en la del 2 y pensaron en la posibilidad de un retraso fuerte. La psicóloga le preguntó a mi padre si había notado algo extraño en mí. Él le respondió que no, que siempre me había conocido así de tonto. Lo extraño sería lo contrario. Lo que ellos no sabían es que el problema no era ese. El problema era que me faltaban codecs. ¿Cómo iba a saber yo que tenía 5 diotrías en cada ojo y otras 5 en cada párpado?, ¿con quién contrastaba mi propia visión? En serio, era imposible, es muy jodido descubrirlo, necesitas la ayuda o zancadilla de alguien o un buen balonazo en la cara. Es como al que le huele el aliento y no lo sabe. Para esto, hay una ecuación muy loca, una regla de tres que afirma que “El olor de boca del emisor, es proporcional a su cercanía con el  receptor”, sólo para joder inconscientemente al oyente. Un olor que incluso es visual, se ha materializado en palabras aleatorias, en nombres de juegos de mesa, en el que el peor olor, el del monstruo final, dibuja la palabra “Scatergories” en el aire. Y nadie tiene los suficientes bemoles de decírselo a la cara, así que prefieres mandarle un mensaje desde una cabina. Le acabas de hundir, esa persona ha hecho un flashback y ha entendido infinidad de momentos turbios de su vida a los que no le daba explicación, incluso se ha emparanoyado y se culpa de situaciones en las que no ocurrió nada extraño. Le vienen voces de culpa, voces de una niña que dice… Papá se fue por tu culpa… Joder, comparado con eso yo tenía suerte. Yo sólo no veía las tablas de multiplicar a partir del 3. Pero todo se arregló con un buen kit de puteo, que consistía en  LENTES + CORDEL FLUORESCENTE; un color a escoger entre VERDE, AMARILLO o NARANJA. Entré en la óptica como si fuera un prostíbulo, pedí discreción y salí con un cordel Naranja muy jodido, que quemaba retinas, provocaba dolores de cabeza, y algún cuadro de epilepsia también. Mi madre había creado un pringao de aúpa, mi madre me ha provocado escribir esta mierda.  Lo que aún no sé, es por qué a veces parlo catalá.